Cada hijo que Dios nos ha dado tiene cualidades, defectos, virtudes y necesidades únicas.

Habilitar a nuestros hijos desde pequeños significa descubrir sus dones, sus talentos y sus sueños.

La persona que ahora soy se lo debo a cada enseñanza que papá me dio.

Modelemos el porte de un “caballero” así como nuestro Dios, que nuestros hijos conozcan acerca de la fidelidad, de la conquista y del honor.

Compartir lo propio con nuestro prójimo, los amigos o los hermanos es un principio fundamental para fomentar en nuestras familias.

Enseña y confirma el valor tan grande que tienen tus hijas, sembrando en ellas fe y que sepan que Dios las ama y tiene planes grandes y buenos para su vida.

La empatía es la capacidad de entender la vida emocional de quienes nos rodean. Es una valiosa regla de oro para que permanezca en nuestros hogares.

En el capítulo tres del libro de Eclesiastés, leemos que hay un tiempo para todo y de nada sirve afanarnos.

Disciplinar no es lo mismo que castigar. la disciplina propone que los niños cambien su comportamiento a través de la comprensión de sus errores, por medio de una consecuencia razonable y directamente relacionada con el problema suscitado.

Como padres, no nos percatamos del daño que provocamos a nuestros hijos al sobreprotegerlos y crear esa “burbuja”.