Siembra fe y cultiva identidad

Siembra fe y cultiva identidad                                                   

Educar a nuestros hijos en la fe es sembrar semillas eternas que dan fruto abundante día con día.

Cuando nos convertimos en padres, en la mochila llevamos muchos sueños, creencias heredadas y aprendizajes nuevos que queremos poner en práctica. Pero ese recorrido, en cada etapa y cada día, nos abre la puerta a reconocer la necesidad de ser guiados por nuestro Dios en este hermoso y desafiante camino de la paternidad. Un antiguo aforismo dice: Hijo pequeño, problema pequeño; hijo grande, problema grande. Yo, personalmente, anhelé más que vivir bajo dichos, escribir una nueva historia de la mano de Dios.

Veo a mis hijas aún pequeñas y pienso que son como una tierra fértil. En las noches en las que mi esposo les enseña la Palabra, en las que preguntan una y otra vez, y en las que les enseñamos a adorar y reconocer al Espíritu Santo, le pido a Dios en oración que se graben en lo más profundo de sus corazones. Que aprendan a deleitarse en Su presencia y sepan que, aun cuando estén solas en algún lugar, no significa que estén abandonadas.

Y en el transitar de la vida, uno reconoce que, si no se tiene a Dios, es como querer subir a una lancha en medio del mar, sin rumbo ni dirección.   Llega la etapa del colegio: la ilusión de verlos aprender cosas nuevas, hacer amigos, ampliar su círculo. Pero con eso también aparecen retos que yo no había visto venir: el reto de afirmar su identidad. Una identidad que será la base en todos esos momentos en los que, como papás, no estaremos presentes: cuando tomen decisiones, cuando nadie los vea, con los amigos, en el colegio y en cada espacio que vayan conquistando mientras crecen.

Es allí donde comprendemos que no basta con decirles que nuestra familia cree en el Señor. Es trascendental modelarlo, vivirlo y dar testimonio, porque ellos son como esponjas que absorben lo que ven en nosotros. La fe también se enseña así: “viviéndola”. Una fe que se vive en casa es una fe que los hijos adoptan como propia. No por tradición, sino porque los lleva a encontrarse personalmente con Dios, hasta que puedan decir con convicción: “Él es mi Dios”, como parte de su ADN.

Los niños necesitan aprender quiénes son en Cristo, porque crecerán en un mundo que los cuestionará. Pero si conocen su identidad, sabrán vivir con respeto hacia los demás y también exigir el mismo respeto hacia su fe y forma de vida. El mundo intentará etiquetarlos de muchas formas y hacerlos dudar, pero su experiencia con Dios, sumergirse en Su presencia y conocer Su Palabra serán las anclas que los sostendrán en cada etapa de la vida.

¿Cómo enseñar a tus hijos a defender su fe y fortalecer su identidad?

Primero: Vive tu fe delante de ellos. Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan. Ora en familia, comparte tus testimonios y muestra cómo aplicas la Palabra en tu vida diaria.

Segundo: Habla con ellos sobre sus dudas. Escucha sus preguntas sin juzgar. Responde con paciencia y guía, usando ejemplos simples y versículos que puedan recordar.

Tercero: Refuerza su identidad en Cristo. Recuerda constantemente quiénes son en Él: hijos amados, escogidos y valiosos. Esto les da seguridad para tomar decisiones firmes, incluso cuando no estás presente.

Cuarto: Crea momentos de práctica. Simula situaciones cotidianas donde tengan que tomar decisiones basadas en su fe: con amigos, en el colegio, en la universidad o en actividades extracurriculares. Esto les dará confianza y claridad.

Quinto: Celebra cada pequeño logro. Reconoce cuando tus hijos muestran honra, valentía, honestidad o compasión basadas en su fe. Esto refuerza su identidad y les motiva a seguir viviendo según sus valores.

Sexto: Recuerda que la promesa de Dios es fiel. Educa a tu hijo desde niño, y aun cuando llegue a viejo, seguirá tus enseñanzas. Proverbios 22:6 (TLA). “Pon toda tu confianza en Dios y no en lo mucho que sabes. Toma en cuenta a Dios en todas tus acciones, y él te ayudará en todo.” Proverbios 3:5-6 (TLA).

Para finalizar, si tienes el alto honor de ser papá o mamá, quiero animarte a seguir buscando esos espacios para reafirmar la identidad de tus hijos. Que ellos aprendan de tu fe, no solo en los momentos de alegría y éxito, sino también en los retos del día a día. Cada situación se convierte en una oportunidad para glorificar a nuestro Dios y modelarles a nuestros hijos cómo depender y descansar en Él. Porque cuando ponemos todo en Sus manos, Él nos guía con amor y fidelidad.

Por: Johana de Ubico

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