Santidad y familia

Guiando a mis hijos a vivir en santidad

Hablemos de santidad, según la palabra de Dios: El significado bíblico de santo es [קדושׁ]; kadósh: apartar o separar. En Salmo 22:10 (NVI) dice: Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú.

Nuestros hijos fueron apartados y separados desde antes de nacer, son herencia de Jehová; son estima del fruto del vientre. Son como saetas en mano del valiente, Dios nos llama valientes, alguien valiente es fuerte y robusto en su línea, nada lo mueve de su asignación, fuimos asignados para guiar a nuestros hijos hacia un futuro con propósito, somos responsables que ellos caminen como a Dios le agrada.

Nuestros hijos nos leen todo el tiempo, si tus hijos te ven pelear ellos lo harán, eres como un libro abierto donde te leerán y te aprenderán. Tu ejemplo de vida es la mejor enseñanza que les puedes dar.

¿Qué haces cuando alguien te da un regalo muy preciado?

Tu primera reacción siempre será ser cuidadoso en guardarlo en un lugar seguro y alto para no dañarlo, que más lugar seguro que estar en las manos de Dios cada día, rendirlos a Dios será la mayor expresión de amor de tu parte, dedicarlos a Él para que sean dirigidos por su Espíritu, pero los padres somos su mejor escuela, el ejemplo a seguir.

En lo personal no viví buenos ejemplos de vida, sin embargo, tomé la decisión de rendirme a Jesús para romper los ciclos, quebrar patrones y romper un sistema de creencias que no me estaban llevando a un camino correcto.  Ten visión de tu vida primero, hacia donde vas y que ruta vas a tomar, porque nuestros hijos seguirán el modelo que tú les marques.

En Nehemías 4:13-14 (NVI) Dios trae instrucción a los padres para las familias: Así que puse a la gente por familias, con sus espadas, lanzas y arcos, detrás de las murallas, en los lugares más vulnerables y desguarnecidos. Luego de examinar la situación, me levanté y dije a los nobles y oficiales, y al resto del pueblo: «¡No les tengan miedo! Acuérdense del Señor, que es grande y temible, y peleen por sus hermanos, por sus hijos e hijas, y por sus esposas y sus hogares».

En conclusión, cuando decidimos sanar, sanan nuestras generaciones, cuando decidimos vivir para Jesús nuestras generaciones serán marcadas por esa decisión que trascenderá hasta mil generaciones.

Que tu oración de hoy sea como la del Rey David, de rendición y humildad como señala el Salmo 51: Señor borra mis rebeliones,  lávame de mi maldad, límpiame de mi pecado. Reconozco mis rebeliones, he aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, renueva un espíritu recto dentro de mí. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.

El Señor borrará tus rebeliones para ya no vivir en maldad, te dará de comer de su sabiduría para que guíes a tus hijos hacia la santidad, porque los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; que busca su voluntad.

¡Dios te bendiga!

Por Licda. Taryn de Recinos

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