Protege la mente de tus hijos

Cuida lo que ven y escuchan tus hijos

Ser padres es una de las tareas más difíciles, porque se nos confían personitas que vienen al mundo completamente puras, con mentes y corazones sanos, pero con el paso del tiempo van formando sus propios criterios, costumbres y gustos. Es en sus primeros años de vida donde debemos ayudarlos para que cuando sean mayores tomen las mejores decisiones a su alcance.

Hubo una temporada en la que a nuestro hijo mayor de 6 años le empezó el gusto por un juego de monstruos de bolsillo. Por supuesto, todos sabemos a dónde nos lleva el ver y oír de monstruos: al miedo a lo que pueda estar oculto en el closet o debajo de la cama.

Las tarjetas de este juego se volvieron extremadamente populares en su colegio, y particularmente, era “el juego” favorito de la clase. Sus amigos empezaron a regalarle cartas porque él por obvias razones no tenía; cuando nosotros las vimos le dijimos que no nos gustaban y le dimos nuestras razones, tiramos las tarjetas juntos y las reemplazamos por algo más como recompensa de su “sacrificio”.

Para un niño de esa edad es importante ser aceptado por su grupo de amigos y este sentimiento lo llevó a manejar cierta frustración y en ocasiones a mentir, porque sus amigos le regalaban más tarjetas (tampoco se los reprochábamos porque lo hacían con buen corazón) y él optó por esconderlas.

Al verse descubierto, llorando nos hizo ver que debido a esto se iba a quedar sin amigos porque él no sería parte del grupo y fue en ese momento en el que como padres nos vimos en una encrucijada: ser firmes o rescatar la vida social de nuestro hijo; (ojo al drama y a la crisis familiar que, aparentemente, cosas pequeñas pueden generar… la lucha es real, ja,ja).

Mateo 6:22-23 dice: La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Además, recordemos también que el libro de Romanos nos enseña que la fe viene por el oír de la Palabra de Dios.

Honestamente, ya habíamos topado, es decir, no sabíamos qué más hacer porque las pláticas constructivas, los regaños, los premios y alternativas no habían funcionado… y allí fue cuando Dios nos sorprendió:

Un domingo, al terminar el servicio de la iglesia, pasamos recogiendo a los niños de Igle-Kids y nos agarran desprevenidos con: “Papis, ya nunca vamos a jugar con monstruos de bolsillo porque son lo peor y del diablo chafa”. Acto seguido, ellos mismos rompen las tarjetas que tenían guardadas. Lo que no pudimos con semanas de intervención, Dios lo hizo en menos de 120 minutos.

No sabemos qué predicaron ese domingo en Igle-Kids o si, incluso, Dios los movió durante la alabanza, ofrenda o ninguna de esas; lo que sí sabemos es que ese día la luz entró en ellos y las tinieblas salieron… no hemos visto esas cartas desde ese día ni vestigios de miedo a monstruos o a la oscuridad, por la gracia de Dios.

¡Ánimo padres! Pongan todo de su parte, den el ejemplo, y, dejen que Dios actúe: expongan a sus hijos a ambientes, momentos y amistades en las que el Espíritu Santo y la Palabra de Dios se manifiesten.

Por: Vanesa Juárez de Muñoz

 

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