Niños vulnerables

La vulnerabilidad también existe en nuestros niños

 

Trabajar en una escuela con niños de educación básica de entre 5 y 12 años, y servir en el área de niños en mi iglesia por más de dos décadas, me ha permitido ver cómo las generaciones van cambiando de una época a otra y cómo los contextos que generemos como adultos influyen en su desarrollo integral.

En estos tiempos tan contaminados y difíciles los niños han sido de las edades más dañadas al ser arrebatos de una realidad y vivir en un mundo frío, ausente y superficial, siendo uno de los factores el erróneo empleo de la tecnología. Y no solo por ellos. Nosotros como padres nos aislamos tanto en el teletrabajo, en las redes sociales y en otras actividades, que lo más practico en apariencia es facilitarle a una corta edad un dispositivo que los entretenga mientras nos ocupamos de nuestras tareas; y así cada día no hay más comunicación que los dispositivos.

Desde el principio de toda la familia ha sido atacada, pues es el fundamento para todo ser humano y la sociedad. Actualmente la familia ha sido abiertamente desestabilizada por ideologías que ponen en duda sus decisiones y preferencias, y que han naturalizado lo que sabemos que no es natural. Nuestros hijos han sido de las edades más dañadas, aunque en apariencia sean los más protegidos. Pero ¿de qué los hemos protegido realmente?

Es impresionante cómo ha subido el índice del diagnóstico de depresión infantil. Nos preguntamos qué lo puede originar cuando estamos presentes en casa y no les falta nada, pero esto es una realidad. Los niños hoy en día están más vulnerables que en otros tiempos a causa del acceso a la información que tienen a través de los medios tecnológicos. Y no es que todo sea malo, sin embargo, en el día a día no nos damos cuenta o no supervisamos realmente y con atención lo que nuestros hijos ven o escuchan del mundo en el que vivimos y esta tarea se la hemos delegado al control parental de los dispositivos móviles.

El mundo moderno ha debilitado el sentido de identidad y de pertenencia en los niños, pues se les ha coartado al aislarlos de la sociedad, de la familia, de la convivencia con sus iguales y con adultos que los rodean. La Palabra de Dios en Génesis dice que no es bueno que el hombre esté solo, entonces ¿por qué todo lo que hacemos en la actualidad es solitario? Ha sido un problema enfrentar personalmente el manejo de las emociones y tomar decisiones por el propio juicio, fe y moral sin consultar a Google. Hay más violencia e intolerancia en todo porque ya nos estamos acostumbrando a la comodidad de evadir. “Mejor mando un whats”.

El virus que se quedó no fue el COVID-19, sino la soledad, la depresión y la ansiedad. Y eso también lo están viviendo los niños. Creemos que supliendo las necesidades básicas de nuestros hijos ya estamos cumpliendo. Y pensamos que debemos trabajar, arreglar, prepararles el mundo, solucionar las cosas para que ellos estén “bien”, pero ¿nos hemos detenido a ver cuál es la necesidad emocional de nuestros niños? ¿Ellos están preparados para el mundo que les está tocando vivir?

Dios dijo que instruyamos a los niños en su camino y aun cuando fueren grandes no lo abandonarán; para que sus pies no se desvíen ni a la derecha ni a la izquierda, sino que de día y de noche mediten en su Palabra y puedan ser sabios en sus decisiones, brotando de su boca sabia conocimiento y no necedades.

Qué bonito suenan estos proverbios con el matiz de Josué, ¿verdad? La ciencia del desarrollo de los niños, según Maslow, psicólogo humanista, dicta que las necesidades básicas del niño son: 1. Los sueños; 2. Autoestima y reconocimiento; 3. Relaciones sociales; 4. Seguridad; y 5. Salud física y psicológica (esta última me atrevería a traducir como el alma). Si reflexionamos en lo dicho anteriormente vemos respondidas estas necesidades con lo que nos instruye la palabra de Dios.

Pídele al Padre la sabiduría y discernimiento para guiar a tus hijos en sus enseñanzas. Confía bajo estas premisas que lo que estás formando en tus hijos es lo mejor. Así les das seguridad por quienes son y por quien los respalda. No fantasías, ni ídolos o identidades frágiles.

Papás: es momento de que podamos poner en acción lo que dice 1 Corintios: tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor. Que en nuestros hogares lo que prevalezca sea el amor, no dejes para otro día expresar el amor a tus hijos. Pasa minutos de calidad y atención con ellos: diez minutos de su juego favorito, escuchar sus historias, interesarse en su día y platicarle como estuvo el tuyo. Todo esto hará que sus corazones se unan y como familia puedan sentirse seguros.

Dios es nuestra fortaleza y nuestra guía. No desistas. Estás haciendo una gran labor: el amor de padres no es sustituible.

Mariana de Cornelio

Tabasco, México

 

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