Ser padres es una gran bendición que Dios nos da y a la vez un reto muy grande. Él nos confía a Sus hijos para que podamos formarlos, guiarlos y hacer de ellos hombres y mujeres de bien que le amen sobre todas las cosas y que sirvan en Su reino. Soy mamá de tres varones: de 9, 8 y 4 años. Cada uno tan distinto, pero a la vez tan iguales como niños que son: inquietos y felices. Mi día a día es caóticamente alegre, haciendo malabares para cumplir con cada una de las actividades que debemos llevar a cabo todos los días.
Debido a la pandemia por COVID-19 muchos de nosotros, si no es que todos, tuvimos que hacer un cambio en nuestras actividades y rutinas diarias en el trabajo, en los estudios de nuestros hijos y en muchas otras actividades que desarrollábamos personal, profesional y ministerialmente. Para mí uno de esos cambios fue tener que cambiar a mis hijos de clases presenciales a homeschool o escuela en casa; un gran cambio y muy abrumador. Se agregaba una tarea muy grande a mis actividades diarias: estar con ellos apoyándolos en sus estudios, a la vez que atendía mi casa, a mi esposo y a Dios.
¿Qué hacer cuando no se tiene otra salida más que hacerle frente a lo que viene? Definitivamente esa fuerza y ánimo sobrenatural solo viene de parte de Dios. En la Biblia, en Salmos 31:24, dice: “Cobren ánimo y ármense de valor, todos los que en el Señor esperan”. Así que eso fue lo que hice: cobrar ánimo. Y cuando sentía que mis fuerzas se acababan, le pedí al Señor Su ayuda.
Como padres muchas veces nos estresamos con tantas cosas en la mente: matrimonio, hijos, estudios, hogar, finanzas, servicio, tiempo para uno mismo, etcétera. Mantener en control todas las actividades al mismo tiempo es un reto. En la Biblia, en Mateo 6:33, dice: “Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mientras busque primero a Dios y mi relación con Él sea íntima, todo lo demás se irá acomodando y alineándose para bien.
Buscar métodos para planificar mi día, mis actividades y ver cuáles son prioridad me ha ayudado a que todo siga su curso sin crear conflicto y, sobre todo, a que mi familia se haya adaptado a este nuevo cambio. A que podamos disfrutar que, aun en medio de todo, Dios está con nosotros y estamos caminando como familia hacia la meta que nos hemos trazado.
Si te has identificado conmigo es momento de que juntos cobremos ánimo y valor para este año que recién inició. Pongamos en Dios nuestros planes para que nos organicemos mejor y podamos cumplir con cada tarea del día a día. Que no nos pase como al malabarista: al perder el control de los objetos que manipula, se le caen. Entreguemos a Dios cada tarea que hacemos porque en Sus manos nada se caerá.
Evita Peña de Alay