A lo largo de mi vida me he dado cuenta de lo importante que es tener una buena y efectiva comunicación con cada miembro de la familia ya que muchos problemas surgen a partir de malentendidos.
Doy gracias a Dios por mi familia, a quienes amo profundamente y son mi bendición: mi esposo con quien tengo 25 años de casada y mis dos bellas hijas de 24 y 21 años. Desde que ellas eran pequeñas aprendí lo importante que es enseñarles a hablar y comunicarse efectivamente. Hasta aprendí a ponerme de acuerdo con mi esposo para educarlas y formarlas. No fue una tarea fácil, pues muchas veces tuve que esperar el momento adecuado para hablar con él y llegar a un consenso. Ambos instruíamos a nuestras hijas y las motivábamos de muchas formas para que hicieran lo correcto. Y si había que corregirlas, lo hacía yo mientras que mi esposo me apoyaba en eso.
En Proverbios 22:6 dice: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. ¡Cuán importante es este versículo! Hoy día hay muchos jóvenes perdidos en drogas y alcohol por no haber tenido una buena instrucción y corrección de parte de sus padres.
Al crecer mis hijas —en cada una de sus etapas y con sus personalidades tan distintas— he aprendido a transmitirles que a las dos las amo por igual, que reconozco sus cualidades y que las valoro. Y ellas lo saben. A veces bromean y me dicen: “Mami, ¿verdad que yo soy tu preferida?” y nos reímos. Yo siempre les digo que a las dos las amo por igual y ellas me dicen: “Sí, mami, lo sabemos”. Eso es tan importante porque en las familias siempre surge la discordia por el “preferido” de papá o mamá, provocando malentendidos y divisiones. Quizá esto ocurra porque muchas veces un padre o una madre puede congeniar mejor con un hijo que con otro, pero te recomiendo que siempre transmitas y demuestres con hechos que amas a tus hijos por igual. Eso mantendrá saludable tu relación con todos.
También he aprendido a ponerme en el lugar de cada una, respetarlas y escucharlas, algo tan importante porque hay momentos en que los hijos solo necesitan ser escuchados. Que sepan que cuentan con nosotros, que somos sus padres, que siempre los amaremos y estaremos para ellos. Que tengan la confianza de contarnos sus cosas, lo que hacen, lo que sienten, qué piensan de nosotros, de su familia. Estas son conversaciones que rara vez nos atrevemos a mantener con nuestros hijos y es importante que las abordemos.
Asimismo, sepamos reconocer cuando nos hemos equivocado. Somos humanos y como padres fallamos y sin querer herimos a nuestros hijos. Luego vemos la reacción en ellos, pero no queremos reconocer que nos equivocamos y mucho menos pedimos perdón. Pedir perdón es tan importante porque por eso a lo largo de los años las relaciones se dañan y las familias se dividen.
En conclusión, si queremos tener una familia unida y feliz, tenemos que mejorar la comunicación con cada uno de sus miembros. Amarlos por igual sin tener preferencia por alguno en particular. Instruir a los hijos desde pequeños si es posible. Respetar sus decisiones, escucharlos, demostrarles que siempre pueden contar con nosotros.
Si tus hijos ya son adultos, aún es tiempo de restaurar la relación procurando tiempos para compartir individualmente con ellos; hablar de esos temas que a veces no nos gustan, pero que son importantes; transmitirles lo importante que son para nosotros. Decirles que los amamos y que queremos restaurar esa relación. Nunca es tarde para hacerlo y si hay que pedir perdón, debemos hacerlo.
Pon a tu familia en manos de Dios, trabaja para mejorar la comunicación y verás cómo cambiarán las cosas para bien.
Gladys de Boteo