El Espíritu Santo es como el aire, está en todas partes, lo podemos sentir, pero no lo podemos ver. Así como el aire es bueno para nuestros pulmones, el Espíritu Santo nos guía, consuela, anima y nos da identidad.
Estemos donde estemos tenemos la seguridad de que el Espíritu Santo está con nosotros.
Cierra los ojos y respira profundamente varias veces. Mientras lo haces, piensa en el Espíritu Santo y lo maravilloso que es, piensa en Su poder y su amor. El Espíritu Santo es maravilloso ¿no te parece?