Una parte de mí

La personalidad de mis hijos: una parte de mí

 La personalidad, según diversas fuentes, es el conjunto de cualidades internas y externas de una persona, las cuales definen cómo reacciona al ambiente que la rodea. Internamente es su herencia genética y externamente son los valores, creencias sociales y culturales, experiencias o circunstancias que definen su carácter.

En muchas ocasiones, y conforme pasa el tiempo, reconozco algunas actitudes y reacciones de mi papá en mí. Me he dado cuenta de que con mayor frecuencia me he encontrado imitando aquello que he admirado de él, pero también algunas cosas negativas que prometí nunca hacer. ¿También te ha sucedido?

Y es que la manera en la que fuimos formados, las experiencias que nos han tocado, el ejemplo de nuestros padres o personas que marcaron nuestra vida, y el chip interno que fue colocado en nosotros, constituyen nuestra personalidad y muy repetidamente nos encontraremos frente al espejo viendo en nosotros actitudes habituales de nuestros padres, mismas que suelen ser imitadas por nuestros hijos en algunas circunstancias.

¿Cómo está afectando nuestra personalidad la de nuestros hijos? Esa es la interrogante: ¿está nuestro ejemplo, nuestra forma de responder y nuestras acciones mostrando la personalidad de Jesús, o solo están mostrando la nuestra, llena de imperfecciones?

Cómo papá de dos niñas continuamente me he preguntado si mis actitudes y ejemplos, juntamente con los de mi esposa, están marcando la guía del hombre que en el futuro ellas escogerán y la línea de la mujer virtuosa en la que deseamos que ellas se conviertan. Vemos por la fe y con esperanza un futuro próspero para ellas, que es el deseo de todo padre, pero ¿qué estamos haciendo o corrigiendo en nosotros mismos, en colaboración con ese futuro?

Conozco el temperamento que Dios puso en ellas, pero eso no basta. “Intencionalmente” mi esposa y yo hacemos todos los días el esfuerzo para que en lo externo nuestras hijas puedan preguntarse y regirse bajo el “¿Qué haría Jesús?”, para que cuando nuestra personalidad muestre debilidad en algún aspecto, ellas puedan tomar de Jesús el ejemplo necesario para triunfar en cada área de sus vidas.

Todo esto, en conjunto con nuestra propia lucha de “¿Qué haría Jesús?”, además de procurar ser personas dignas de imitar, es lo que mi esposa y yo estamos tratando de forjar en nuestras hijas; esa personalidad única y especial que cada niño y niña debe tener. Y es lo que hoy deseamos compartir hoy contigo. Cómo lo dijo el Apóstol Pablo en Efesios 5:1 (DHH): “Ustedes, como hijos amados de Dios, procuren imitarlo”. Que la personalidad de tus hijos sea una parte de ti, sí; pero que esa parte de ti sea la que muestre a Jesús.

Osiel Cojolón

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