Tres cosas que debes saber sobre tus hijos adolescentes y las citas

Quizás una de las situaciones en que más pensamos quienes tenemos adolescentes en casa es en la llegada de ese momento en el que nos digan algo como: “Hoy recibí estas flores de mi amigo con una invitación para salir, ¡tengo una cita!”

Como padres desarrollamos un instinto protector y de apego con nuestros hijos. Quisiéramos tenerlos con nosotros todo el tiempo y que no sean expuestos a las circunstancias de la vida por temor a que alguien los lastime o los hiera; sin embargo, debemos dar gracias por verlos crecer y debemos acompañarlos en cada etapa de sus vidas.

Tengo la bendición de ser madre de dos hijas, una de ellas adolescente. Y enfrentarme a ese momento que cada vez está más cerca me hace reflexionar en tres cosas importantes respecto a las citas que seguramente llegarán.  

Primero, debemos saber que somos seres relacionales. Recuerdo claramente la primera vez que dejé a mi hija en el colegio. Fui yo quien lloró más al momento de dejarla.  Pensaba si iba a comer, si la iban a atender bien, si comprenderían su lenguaje, etcétera; pero cuando regresaba por ella me daba cuenta de que estaba feliz, que había pasado un buen tiempo en el colegio y que había logrado compartir con otros niños de su edad.  Supe entonces la importancia de que ella pudiera relacionarse con otras personas.

Segundo, saber que vivimos en una sociedad diversa. No podemos tener el control total del entorno de nuestros hijos, pero sí podemos enseñarles cómo conducirse dentro de él para que sean ellos quienes hagan la diferencia.

Tercero, debemos saber que ellos saben muy bien quiénes son. Tener la certeza de que nuestros hijos conocen cuál es su verdadera identidad nos da la tranquilidad de que aun siendo expuestos podrán tomar sus propias decisiones y no cederán ante cualquier presión o engaño.

Como padres debemos reforzar en nuestros hijos la verdadera identidad en Dios. Que sepan que son Sus hijos, que son especial tesoro, que son herederos, que son templo de Su Espíritu Santo y velar que nadie los engañe. Aunque vivimos en un mundo cambiante que busca seducir la vida de nuestros hijos, debemos conducirnos como lo que somos.  Bien lo dice el apóstol Pablo en 2 Corintios 10:3 (TLA): “Es verdad que vivimos en este mundo, pero no actuamos como todo el mundo”. Nosotros hemos sido llamados a ser luz en medio de las tinieblas.

La Biblia nos dice en Proverbios que instruyamos al niño en su camino para que cuando sea grande no se aparte de él. Es así entonces cuando tendremos la paz y la tranquilidad de saber que nuestros hijos en medio de una cita u otra circunstancia sabrán escoger entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, lo debido y lo indebido, pero siempre buscando agradar a Dios.

Ligia de Cabrera

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