Ser mamá es para toda la vida
Al meditar en lo que es ser mamá pienso en tantas cosas. Ser mamá es el sueño de muchas mujeres, pero no todas logran valorarlo. Ser mamá es entregarse por completo a tus hijos, dando lo mejor de ti, no importando si te desvelas, y cualquier sacrificio que hagas vale la pena. Ser mamá es amarlos, cuidarlos, alimentarlos, guiarlos, corregirlos, en fin, no alcanzan las palabras para describir lo que es ser una mamá amorosa y dedicada.
Ser mamá no es algo temporal, es para toda la vida. Amas a tus hijos sin condición y genuinamente; desde el momento donde te enteras de que están en tu vientre anhelas saber cómo serán cuando salgan de tu vientre y sea el tiempo en que crezcan, los amas tal y como son, no importando su apariencia o sus actitudes, inclusive si ya hicieron su vida y pareciera que no se recuerdan de ti, siempre los amarás y estarás para ellos.
Ser mamá es estar dispuesta a todo, a dejar de comer, de dormir y cada sacrificio que se hace es por amor a nuestros hijos. Proverbios 31: 26-27 (TLA) describe a una madre así: Siempre habla con sabiduría y enseña a sus hijos con amor. Siempre está pendiente de su casa y de que todo marche bien. Esta cita habla de la mujer virtuosa, pero también de una madre que se esfuerza porque ama a su familia y está pendiente de que todo marche bien. Como mujeres, hemos sido creadas para dar amor a nuestra familia y cuidar de ellos.
Y muchas veces, conforme van creciendo nuestros hijos, hay momentos en que necesitamos una dirección especial de Dios para educarlos. Recuerdo muy bien cuando una de mis hijas, la menor, era preadolescente y tratábamos con mi esposo de corregirla, quitándole una de las cosas que ella más disfrutaba. No sabíamos qué hacer porque parecía que no le importaba el castigo que le pusiéramos, ella no demostraba que le afectaba y así era difícil que comprendiera lo mal que estaba actuando y cómo cambiar ese comportamiento. Le pedimos mucho a Dios que nos enseñara cómo lograr que ella cambiara de actitud y Dios nos fue guiando, pero fue un momento en que nos sentimos perdidos y preocupados. Agotamos todos los recursos y parecía que nada funcionaba.
Como mamás, debemos ser cuidadosas en cómo educar a nuestros hijos, porque ya sea que seamos muy permisivas o demasiado estrictas, heriremos el corazón de nuestros hijos y eso impactará en su forma de ser y actuar en la vida. Por ejemplo, si somos permisivas, les hacemos sentir que no son tan importantes para nosotros, y si somos muy estrictas, el hecho de ser tan rígida y no entender las situaciones también los hace sentir que no están haciendo las cosas bien.
Por eso, es importante tener una comunicación abierta con ellos, que sepan que pueden contar contigo, que eres su mamá y, aunque muchas veces querrás aconsejarlos, si ellos solamente necesitan ser escuchados, sé esa persona que ellos necesitan que seas para oírlos atentamente. También el ejemplo acompañado de las palabras es más poderoso para influir positivamente en ellos. Es vital el no descargar nuestro enojo o frustración sobre ellos, por situaciones que vivimos día a día, sino procurar tranquilizarnos para hablarles con mucha paz.
Si los hijos tienen un sueño, por loco que parezca, como madres nuestro deber es apoyarlos y creer en ellos. Eso les ayudará a ser exitosos en todo lo que hagan y tu oración como mamá será clave para que sean guardados y que, en cada decisión que tomen Dios les provea de sabiduría.
Así que ánimo, mamás, hay mucho camino por recorrer, pero sé que Dios nos dará la fuerza, la sabiduría, el amor, la paciencia y todo lo que necesitemos para ser la mamá que nuestros hijos necesitan para salir adelante en la vida.
Por Gladys de Boteo