Las historias de la Biblia en la formación cristiana de mis hijos
Aquella mañana del mes de febrero, avanzaba en el tráfico lento, con interminables colas de carros, mientras conducía hacia el colegio con mi hijo de cuatro años. En ese recorrido, mi niño empezó a desesperarse y ya se encontraba llorando, pues quería salirse del carro y ponerse a caminar porque el movimiento de nuestro carro estaba detenido. Así fue como se me ocurrió que era oportuno contarle una historia de la vida de Jesús.
Claramente noté que me estaba poniendo mucha atención. Luego de un silencio rotundo, volteó a ver y lo encontré sollozando, con sus ojos llenos de lágrimas, y me dice: «Mami, la gente mala le hizo mucho daño a Jesús, y yo no quiero que Él sienta que yo le puedo hacer lo mismo». En realidad fue un momento muy especial, porque él entendió lo que Jesús había pasado en la tierra y lo hizo comprender que él quería ser una buena persona para poder agradarlo.
Al detener el vehículo, antes de que bajáramos a sus clases, lo detuve unos momentos y allí hicimos la oración de fe con toda la convicción de que Jesús iba a entrar en su corazón. Este era el mejor momento, porque sabía que Jesús podía ayudarlo a través de la oración, conociendo que podía vivir de tal forma que honrara el sacrificio que Jesús había hecho por él, aquí en la Tierra.
Hoy quiero compartir tres consejos para aplicar la formación cristiana en nuestros hijos. Aplicar significa poner algo sobre, o en contacto con otra cosa y esto solo es posible cuando se alinean los principios que se viven dentro del hogar.
Número uno: alinearse con los principios que se viven todos los días en casa.
Como familia, siempre hemos orado juntos y leemos historias de la Biblia que nuestros hijos puedan comprender, para que esa semilla dé fruto en su corazón de acuerdo con las situaciones que se les puedan presentar en la vida diaria. Por ejemplo, cuando están en casa que tomen acción para orar por sus amigos, darles palabras de afirmación en Jesús si dicen la verdad y rechazan hablar con mentiras y faltas de respeto. De esa cuenta, podrán mostrarse como buenos amigos para los demás cuando los padres no estamos presentes.
Número dos: usa las oportunidades para exponer a tus hijos a la Palabra de Dios.
Hay que reflexionar si realmente estás exponiendo la Palabra de Dios en sus corazones, no para que sean perfectos, sino para que cada día muestren actitudes como resultado de la Palabra sembrada en su corazón. Esto ayudará a que no se aparten del buen camino que Jesús nos permite vivir aquí en la tierra. Recuerda que en Proverbios 22:6 (NVI) dice: Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará.
Número tres: aprovecha la primera infancia para enseñarles a vivir en Cristo.
Nuestros hijos son como esponjas, y este es el mejor momento para enseñarles a tener una vida plena en Jesús, y tú eres la persona indicada para mostrarles ese camino. Ellos aprenden viendo, así que en la medida en que tú también practiques los principios que se encuentren en la Biblia, no tendrás mucho que decir; pronto los verás haciendo lo que tú haces y tendrás toda su atención.
Por: Andrea de García