Fe como niño

Tres cosas que debes hacer para que tus hijos vean la fe que Dios les ha dado

 Antes de tener hijos, de unos padres de familia aprendimos que para la época navideña los niños le hicieran una carta a Jesús o que hicieran un listado de los regalos que quisieran recibir de parte de Él. Al tener a nuestros hijos pusimos esto en práctica y como padres nos esforzamos en darles lo que ellos han pedido, con el objetivo de que al recibirlo vean que cuando uno pide con fe Dios concede nuestras peticiones. Por supuesto, hay regalos que por alguna razón no se les pueden dar, pero también ahí encontramos la siguiente enseñanza: puede ser que por el momento Dios no nos dé todo lo que hemos pedido, pero debemos tener fe en que Él conoce nuestras peticiones y sabe qué es lo mejor para nosotros.

Algunas de las cosas que como familia ponemos en práctica para que nuestros hijos vean la fe que Dios les ha dado son las siguientes:

  • Leer la Biblia. Leer todas las maravillas que Dios hizo —desde la creación del mundo hasta la venida y resurrección de nuestro Señor Jesucristo— les enseña lo poderoso que Él es y los afirma respecto a la fe que les estamos inculcando. La Palabra de Dios es su punto de referencia para creer por cosas tan grandes como las que Él hizo y hará.
  • Ellos saben que la oración tiene poder y a través de ella Dios nos escucha. Tienen el anhelo de escuchar la voz de Dios y con la fe que tienen estamos seguros de que lo escucharán. En una ocasión nos contaron sobre la historia de la mamá de un pastor, quien le oró a Dios durante varios meses consecutivos para escuchar Su voz y ese día llegó: Él la visitó. Ellos se propusieron hacerlo, fuimos claros en decirles que puede que tome más o menos tiempo, pero que, si ellos lo hacían, seguramente Dios les hablaría.
  • Fijarse en los pequeños detalles. Esto es algo que solemos perder como adultos. Hemos notado a nuestros hijos alegrarse cuando han pedido a Dios algo y ven que sucede. Podrá ser algo tan sencillo como que un día quieran salir a comer a un lugar específico y no lo dicen, pero como padres, sin saberlo, tomamos la decisión de hacerlo y luego ellos nos cuentan que se lo habían pedido a Dios. Así mismo podríamos enumerar varios ejemplos.

Todos tenemos una medida de fe, así lo vemos en la parte final del versículo 3 del capítulo 12 del libro de Romanos: “…conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”. En nuestro caso, si alguien nos ha dado una enseñanza respecto a la fe, son nuestros hijos. Creemos que a eso se refería Jesús cuando en Marcos 18:3 dijo: “… De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. Y es que los niños creen sin reservas. No cabe duda que uno de los retos que tenemos como padres es que ellos, en su crecimiento, no pierdan esa medida de fe que ya tienen, la cual es muy grande, y podamos contribuir de alguna manera con Dios para que puedan seguir siendo como niños, aun cuando crezcan y se vayan de casa.

Si hemos dejado de creerle a Dios como niños y tenemos la bendición de tener a uno o más niños en casa, tenemos una gran oportunidad para aprender de ellos y de su fe, de cómo confían en nosotros como padres, que nos piden sin preguntarse si podemos o no darles lo que nos piden. Y como dice Mateo 7:11: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”

En conclusión, la fe que tus hijos vean en ti es la que ellos tendrán si tú les enseñas a confiar en Dios. Si por alguna razón has dejado de ser como niño y tu fe no es igual a la de hace algunos años, observa a tus hijos. Aprende de ellos, renueva tu fe y cree sin reservas que Dios lo hará.

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