Antes de la guerra disciplina con amor
Cada persona es única y tiene la oportunidad de estar expuesta a diversas situaciones que van moldeando su forma de actuar y reaccionar ante las situaciones que se presentan en la vida diaria. El Diccionario de la Real Academia Española define la conducta como la manera con que las personas se comportan en su vida. Cabe resaltar que el ser humano tiene la habilidad de comunicar información, no únicamente, con las palabras que utiliza, sino también con sus acciones, las miradas, la postura de su cuerpo y el tono de voz que utiliza.
A medida que el niño crece cambia su manera de comportarse y relacionarse con las personas de su entorno, por lo que es importante informarse acerca de las etapas del desarrollo de los niños para identificar una conducta que no es la esperada, según su edad. Disciplinar no es lo mismo que castigar, la escritora Amanda Morin expone que el castigo es una penalización en la que, usualmente, se le quitan privilegios o pertenencias al niño inmediatamente después de la falta que realizó. Por el contrario, la disciplina propone que los niños cambien su comportamiento a través de la comprensión de sus errores, por medio de una consecuencia razonable y directamente relacionada con el problema suscitado.
Hebreos 12:11 (NTV) dice: Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella.
El niño constantemente se encuentra aprendiendo, por lo que los padres tienen en casa una gran oportunidad para moldear el comportamiento de sus pequeños. Nunca es demasiado tarde para aprender nuevas formas de enfrentar las diferentes etapas que atraviesan los hijos. Al final, ellos actuarán en la escuela, el parque, la iglesia o cualquier otro lugar de la misma manera en la que se comportan en casa.
Disciplinar a un niño significa instruirlo en cómo convivir pacíficamente con los demás, ayudarlo a adquirir herramientas para resolver dificultades en el futuro, guiarlo a que encuentre una solución factible, así como promover su desarrollo integral. Jesús expone la importancia de amar y respetar a los demás en Mateo 22:36-40 (TLA), cuando sus discípulos le hacen una pregunta muy importante: Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento, y el más importante, es el que dice así: “Ama a tu Dios con todo lo que piensas y con todo lo que eres.” Y el segundo mandamiento en importancia es parecido a ése, y dice así: “Cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo”. Toda la enseñanza de la Biblia se basa en estos dos mandamientos.
Los padres o cuidadores no son quienes cambian el comportamiento de los niños, sino que su papel es el de ser mediadores para que el niño se autorregule y considere el problema como una oportunidad de aprendizaje. El proceso de disciplinar siempre debe estar basado en principios bíblicos, además del amor, el respeto y la empatía por parte del adulto hacia el niño. Ya que, el adulto es el encargado de mantener el control de la situación siendo objetivo y asertivo con las palabras que va a utilizar, evitando amenazar, castigar o sermonear al niño. La oración ayudará a que Dios sea quien ponga las palabras que los hijos necesitan escuchar en ese momento. Quizá sea difícil al inicio, pero la consistencia es la clave.
Primero, espera a que el niño se calme para establecer el diálogo con él. Míralo a los ojos, menciona con empatía que entiendes cómo se siente y hazle preguntas tales como: ¿Qué sucedió? ¿Cómo te sentiste? ¿Cómo te sientes ahora? ¿Quién se vio afectado por tus acciones? ¿Qué puedes hacer para remediar la situación? ¿Qué harás la siguiente vez que esto suceda? Si le es difícil responder de manera directa, dale opciones apegadas a la realidad del problema. El objetivo de llevar a cabo estas preguntas es que el niño exponga lo que sucedió, identifique las consecuencias de sus acciones y se haga responsable de ellas, pero lo más importante es que reflexione sobre la conducta presentada y busque una solución con ayuda del adulto.
Cuando la conducta ya se ha presentado previamente, es importante que existan reglas, porque ¿cómo puede saber el niño que rompió una regla si no la conoce? Por el contrario, se debe aprovechar la oportunidad para establecer lineamientos claros y concisos respecto de lo que el niño puede o no puede hacer, dependiendo del lugar en donde se encuentre. La Biblia es la mejor herramienta para instruir a los hijos, pues en ella se encuentran ejemplos de cómo Jesús disciplinó con amor a las personas que se acercaron a Él.
2 Timoteo 3:16 (NTV): Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto.
Por Andrea Bautista
Referencias:
Morin, Amanda. (2022) La diferencia entre disciplinar y castigar. Consultado en:
http://aulapropuestaeducativa.blogspot.com/2022/04/la-diferencia-entre-disciplinar-y.html, el 24 de enero de 2024.