¿Cómo conectar con tu hijo adolescente?

Solo con escribir la palabra adolescente sentí un pequeño dolor de cabeza. Y solo de pensar conectar con ellos, creo que el dolor se me está extendiendo a la parte lumbar. Lo cierto es que a muchos padres nos preocupa esta etapa de nuestros hijos, pero más que una preocupación debería ser una ocupación.

Primero comprendamos que la adolescencia es una etapa del desarrollo del ser humano donde por un período de tiempo la persona experimenta una serie de cambios biológicos, psicológicos, hormonales, emocionales y sociales, todos al mismo tiempo. Adicional, consideremos que todos estos cambios la persona los experimenta por primera vez, por lo tanto, es muy probable que no tenga una referencia previa de cómo reaccionar con cada uno de ellos. Aquí es donde los padres jugamos un rol muy importante de acompañar, modelar y orientar a nuestros hijos durante este proceso, para lo cual me permito compartir algunos tips que a mi esposa y a mí nos han permitido formar a un par de adolescentes gemelos de distinto sexo.

  1. Prepara el terreno

Hace 2 años tuve la oportunidad de estudiar una certificación académica en la ciudad de Miami y me hice acompañar de mi esposa. Para mí era muy importante que ella se pudiera movilizar en automóvil en la ciudad mientras yo estudiaba, por lo que intencionalmente, un día antes de iniciar los estudios, dimos un recorrido por toda la ciudad, ingresando a los programas de mapas digitales todas las direcciones de referencia que considerábamos relevantes para una estadía segura y placentera. A pesar de ser para ella su primera experiencia de manejo en un país extranjero, prepararse y recibir acompañamiento previo contribuyó a reducir el estrés y la tensión que el mismo camino produce.

La preparación y la conexión con lo más importante de nuestra vida, nuestros hijos, es una planificación intencional que se realiza con anticipación a esa etapa de desarrollo. Es decir que la conexión idealmente se construye en la etapa de la niñez, formando un vínculo de amor, confianza, respeto, seguridad e independencia responsable. Estas semillas darán fruto cuando se llega a la etapa de la adolescencia. Al igual que en mi experiencia de viaje, eso reducirá la tensión que el mismo camino produce; no garantiza que no haya eventualidades, pero me asegura un comportamiento más predecible. Instruye al niño en el camino correcto y aun en su vejez no lo abandonará, dice Proverbios 22:6

  1. Interésate por sus asuntos

Hace algunos años mi hija me preguntó si podía tener más de una profesión cuando fuese grande. Mi respuesta fue: “Tú puedes ser todo lo que quieras, siempre y cuando te esfuerces por alcanzarlo”. En la actualidad, cuando a ella le preguntan qué desea ser cuando sea grande, su respuesta es: “Paleontóloga, mecánica, actriz, bailarina de ballet, pastelera, repostera y pianista”. Mas allá de todos estos deseos, mi pregunta es: ¿Qué estoy haciendo yo como padre actualmente para que ella pueda cumplir sus sueños? La clave es interesarse por ellos de una forma intencional, lo cual implica interesarse por sus temas de conversación y sus hobbies, compartir programas de televisión y de aprendizaje que vayan relacionados con sus temas de interés. Después de algunos años de interesarme por sus asuntos tengo conocimiento de paleontología, pastelería, repostería y solfeo para tocar el piano. 

Compartir estas experiencias permitirá siempre estar cerca de ellos, tener una rica y abundante charla, ser su primera opción dentro de sus círculos de influencia y así evitar que esos temas de conversación se generen fuera de casa. Ustedes, los que son padres, si sus hijos les piden un pescado, ¿les dan una serpiente en su lugar? O si les piden un huevo, ¿les dan un escorpión? ¡Claro que no! (Lucas 11:11)

  1. Se un generador de experiencias

Recuerdo que en un programa de entrenamiento acerca de servicio al cliente aprendí que los clientes por lo general olvidan las palabras exactas mencionadas durante un servicio, ya sea que este haya sido bueno o malo; pero lo que nunca olvidan es cómo esa experiencia les hizo sentir.

Hace algunos años, en un viaje con mi esposa y mis padres, tuve la oportunidad de rentar un auto. No recuerdo con exactitud la conversación que tuve con la persona responsable de la arrendadora de autos, pero lo que sí recuerdo es la experiencia de haber recibido un auto más grande y espacioso por el precio de un auto más pequeño. Creo que a la fecha ha sido el automóvil sedán más confortable que he manejado en mi vida.

Esa misma sensación es la que debo provocar en mis hijos adolescentes: que cada día sea una experiencia memorable que los haga sentir bien y que la recuerden para toda la vida. Mas allá de lo que podamos ofrecerles materialmente, cada vez que tengo la oportunidad de ayudarles en una tarea, de compartir vacaciones, de viajar juntos, de dormir bajo una carpa o de visitar un restaurante, me intereso que esto signifique para ellos una experiencia memorable que más adelante podamos comentar y recordar. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”, dice Mateo 5:16.

  1. Háblales con la verdad

 Mi hijo a muy temprana edad aprendió a jugar ajedrez. Ahora, en su etapa de adolescencia, ha tenido la oportunidad de participar en torneos internacionales y relacionarse con personas expertas de este deporte. Recientemente, en un torneo perdió una partida y días después repasábamos en un simulador el movimiento que había sido el causante del fracaso. Ejecutó un movimiento donde no tuvo la visión de adelantarse estratégicamente a su oponente. Sencillamente se dejó llevar por ganar una pieza en el momento y no obtener la victoria en el largo plazo.

Muchas veces es importante que como padres orientemos a nuestros hijos de los impactos que podrían tener sus movimientos, pensamientos y acciones para su vida personal futura, laboral y profesional. Si ellos no tienen una visión estratégica, lo bueno es que esta destreza se aprende; y como padres somos los responsables de prepararlos para cuando ellos vuelen tan alto y ya no podamos acompañarlos.

Mi rol principal es que mis palabras suenen a una reflexión que les impacte tanto que pueda servir de modificador de conducta más que a un regaño eventual. “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, dice Juan 8:31.

  1. Acompáñalos en el proceso

Hace un tiempo participamos con cada uno de mis hijos en el programa “Legado”, organizado por Legendarios. Llegó un momento en que debíamos atravesar un puente colgante. Antes de iniciar recuerdo haber dicho: “Una vez empiezas a moverte no te vayas a detener porque el puente seguirá el movimiento natural y si te detienes sentirás toda esa fuerza en tu cuerpo”. Con todo y miedo lo hicimos juntos. De eso se trata: de hacer posible la transición juntos. A pesar de los obstáculos y temores que se puedan presentar, nuestros hijos deben saber que estamos dispuestos a recorrer el camino juntos, tomados de la mano de Dios. “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”, dice Isaías 41:13.

Samuel E. Rodríguez S.

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